
Este cuento se acabó. Los líderes que han asistido a la cumbre de Copenhague han regresado a sus casas; unos un poco decepcionados, porque no han llegado acuerdos importantes; otros mosqueados, porque ha sido mucha la crítica a su actuación y algunos enfadados, por no haber podido exhibir el cutis terso por haberles estrellado la Catedral de Milán en él.
No pasaron frío como las 2.000 personas que se quedaron atrapadas en el Eurotunel que une Francia con Gran Bretaña. Los allí confinados se quejaron de falta de atención e información. Estuvieron encerrados en medio de la nada porque los medios técnicos fallaron aconsecuencia de la diferencia de temperaturas a que se vieron sometidos.
Los líderes de Copenhague no sintieron ese frío apesar de usar mocasines y camisas de seda. La degradación del planeta no les afecta porque quien así viste tiene el don de la ubicuidad. Viven de ello y son capaces de mercadear hasta con lo mas sagrado.
Si fueran marineros se les podría considerar piratas, que en "roman paladino" es lo mismo que hijos de puta que viven del robo y del atropello. Ellos no se quedarán atrapados en el Eurotunel porque como líderes tienen patente de corso para asaltar y hacer de su capa un sayo.
Mientras tanto quienes allí han protestado y les han arrojado una Catedral de desprecio pasarán por la cárcel y se atenderán al veredicto de su justicia. Los otros, los que quedaron atrapados en el interior del túnel recibirán un billete para regresar a sus casas y una indemnización de 175 euros, que ya pagaran ellos mismos con sus impuestos.
Lo dicho, los piratas modernos viajan con mocasines.
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