LA MENTIRA ARRATRA A LOS NECIOS POR LA CONTINUA VULGARIDAD. B. Gracián
Obviaré una norma autoimpuesta como es la de escribir sobre las cosas de casa, porque cuando las políticas económicas se saltan el rigor y la seriedad, es como para tirarle de las orejas al político de turno. En el País Vasco hemos tenido tradicionalmente las cuentas saneadas. La coyuntura económica ayudaba y, por otra parte, tampoco había que ser un lince para conseguirlo. Fuimos los últimos en entrar en la recesión y estamos siendo los primeros en salir. Comenzamos siendo la Comunidad menos endeudada, hasta ahora; porque a nuestros gobernantes les ha bastado un año para dejar de serlo y aumentar el déficit al 6% (en un año casi lo han duplicado).
Cuando dan los datos se muestran ufanos y corren a compararlos con otros: Valencia (16% de déficit), Cataluña (14,7%).... y recurren a que tenemos la Triple A crediticia... En fin, que el mal de muchos es el consuelo de tontos. La cosa tendría su puntito si no fuera porque la hemorragia se va por un departamento como el de los Servicios Sociales, que por medio del subsidio de las Ayudas de Emergencia Social realiza pagos para la rehabilitación de viviendas, audífonos, gafas o para pagar las facturas de la luz y del Impuesto de Bienes Inmuebles. Ayudas que se suman a la Prestación Complementaria a la Vivienda, y por medio de las cuales se puede acceder a subvenciones a fondo perdido para el pago de hipotecas y alquiler de viviendas. Y es que al margen de estas dos prestaciones existe la ayuda de Renta de Garantía de Ingresos, que permite completar el sueldo a todas aquellas personas que ganen menos de 1.011 euros al mes.
De hecho, y con la reglamentación en la mano, cualquier ciudadano que lleve un tiempo empadronado en el País Vasco puede acceder a tales ayudas con independencia de la pasta gansa que tenga ahorrada en el banco. Así de espléndidos son nuestros políticos con el dinero de muchos contribuyentes que nos preguntamos para qué trabajar. Y es que muchas parejas han visto la jugada: ella, madre soltera; él, desempleado y profesional de las subenciones. Muy mal hay que hacerlo para no sacarse más de 2.000 euros al mes por pareja más las extras para arreglos, pagos de la luz, IBI, o el alquiler de la vivienda.
Con esto uno no pretende negar las ayudas necesarias a los más desfavorecidos, pero sí quiere mostrar su desacuerdo con las políticas encaminadas a buscar el voto subvencionado y que distan mucho de la cultura del esfuerzo y la perseverancia. Y es que uno, de alguna forma, tiene que mostrar su perplejidad del tamaño de unas subvenciones -de las que carecíamos en tiempo de bonanza económica-, puestas en marcha en plena crisis. Se trata de políticas que poco tienen que ver con la tradicional austeridad y forma de hacer las cosas, en las que la responsabilidad individual era muy importante.