

ES MAS FÁCIL EVITAR EL PELIGRO QUE SALIR BIEN DE ÉL de B. Gracián
Cuando leí por primera vez que Jessica Watson, con sólo 16 años pretendía dar la vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas, me quedé sorprendido y dudé de la responsabilidad de sus padres. Posteriormente me asaltó la incertidumbre, sobre su competencia para llevar a buen témino su aventura, cuando recordé que en la primera mitad del siglo XX fueron muchos los españoles que con 14 años pusieron rumbo a América con sólo lo puesto; de la misma forma que con anterioridad era habitual que en los navíos de guerra embarcaran guardiamarinas de edades más precoces.

Su capacidad para navegar fue muy discutida en Australia -país de donde es originaria- cuando en el primer día de su singladura chocó contra un barco mercante. Desde ese 18 de Octubre en que zarpara y pasado ese incidente, Jessica ha navegado casi 15.000 millas naúticas y, en estos momentos, se halla cruzando el cabo de Nueva Esperanza a bordo del Ella Pink Lady.
Este jueves hizo cuatro meses que zarpó de Sydney y desde entonces navega en solitario afanándose en mantener en perfecto estado la embarcación. Espera estar de vuelta en el mismo lugar del que partió antes del 17 de mayo, fecha de su cumpleaños. En la actualidad ya ha realizado más de la mitad del recorrido y nadie discute que esta joven ha demostrado sobradamente su arrojo.
En su blog va contando la aventura y en él se aprecia un gozo impresionante por lo que está realizando. Habla de la naturaleza, que la acompaña; del estado del barco, que la mantiene a flote y de las previsiones metereológicas que ha de sortear. La de Jessica es una aventura y una gesta deportiva tan en solitario como lo son las noticias que sobre ella hay en los periódicos deportivos.

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