
SON MUCHOS LOS QUE MIRAN POR DENTRO Y MUCHOS LOS QUE SE CONTENTAN CON LO APARENTE de B. Gracián.
Parece que hasta quienes son más proclives a no permitir el intervencionismo público en la economía y dejar que ésta se ajuste por sí sola, son proclives a poner coto a los desmanes de los mercados financieros. Todo el mundo reconoce que, ellos, junto con la desidia de las agencias de calificación y el poco rigor de los bancos de inversión, han sido los causantes de la crisis en la economía mundial.
Es preciso regular a quienes han especulado sin miramientos y luego han sido los causantes que erarios públicos incurran en déficit desmesurados por su causa. Urge dar con un adecuado acomodo regulatorio, en un mundo globalizado donde las finanzas se mueven sin límites y a velocidades instantáneas; así como el establecer controles ágiles que regulen el funcionamiento de los mercados y a los agentes que en él operan.
Mientras medio mundo se muere de hambre no es de recibo que, en nombre de la libertad, se consienta la especulación con materias primas o con operaciones bajistas en bolsa que, ocasionan en nombre del beneficio de sus autores, graves quebrantos a gobiernos, empresas y población en general. Se trata de ataques lesivos que agravan los problemas sin ofrecer ninguna solución.
Sobran declaraciones sobre la necesidad de llevarlo acabo, pero ninguna instancia internacional ha realizado el más mínimo esfuerzo en evitar estas especulaciones descontroladas que tan caro han salido a muchos países en forma de déficit público, aumento de parados o quebrando de tejidos productivos; para encima, tener que aguantar las groseras remuneraciones de sus causantes.