
NO HAY EXTRAÑOS...SÓLO AMIGOS A QUIENES TODAVÍA NO CONOCEMOS de R. Fischer
Nos invade el horror cuando unos jóvenes queman a una anciana en un cajero automático u otros abusan de sus compañeros de clase y lo graban con el móvil. Nos preguntamos cómo en un sociedad tan avanzada y con tantas posibilidades como la nuestra pueden ocurrir tales barbaridades. Se podrá culpabilizar a unos padres que no supieron educar a sus hijos o se podrá aducir que son residuos que genera esta sociedad, más preocupada en consumir y en representar a unos esteriotipos a los que tomamos como modelos.
El tedio es un rasgo que poseen en común todos estos casos formados por jóvenes con un excesivo tiempo libre mal aprovechado en el que sus necesidades básicas están cubiertas. Personas que no precisan esforzarse para conseguir algo, porque lo que desean lo obtienen con facilidad y precisan llenar su vida con cosas absurdas. Tras sus risotadas se esconde una vida triste; presidida por el hastío hacia ellos mismos y al mundo que les rodea.
Disponen de un tiempo en el que no hacen nada más que vagar entre las sombras de las ciudades, irritados y fastidiados por su fatalidad. Joroban porque necesitan demostrar que existen y a su vez disponer de una fortaleza -que saben de papel-, para destacar en el grupo. Viven sus días cansinamente, en la insipidez de un tedio que les mata, y al que en ocasiones dan respuestas irracionales de extrema crueldad.
Son jóvenes cansinos, predispuestos a un consumo de extupefacientes que les evada de una vida aburrida, la cual les impide plegarse sobre sí mismos gozando de ratos de lectura o meditación. Pasan excesivo tiempo ahogándose en la monotonía de una rutina que no les conduce a ninguna parte porque en su día no aprendieron a valorar las cosas y saber, que antes de obtenerlas hay que esforzarse por conseguirlas.
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