
Oigo a los médicos proponer remedios contra el insomnio. Ninguno es efectivo sin efectos secundarios. Las mujeres del mundo han tenido un remedio infalible, las nanas. Estoy seguro que si a los mayores nos las cantaran, seguro que dormiríamos mejor.
La tradición oral siempre ha estado ligada a las zonas rurales. En las ciudades, las prisas y la rapidez con que se vive, hace complicado disponer del suficiente sosiego. El arrullo y la tonada de una canción placentera proporcionan un placer tranquilizador y hasta regresivo en el tiempo. Es un diálogo entre dos seres que se entienden con el corazón.
Todos tenemos personas que nos quieren y que en algún momento nos han dicho cosas preciosas. Esas mismas palabras cantadas y con un movimiento de vaivén rítmico pueden constituir el mejor y más barato medicamento. Ese acto de velar los sueños
agenos entronca con la variada y rica tradición popular. Siempre realizado dentro del ámbito privado de la casa y en concreto de la alcoba.
Arrullar a nuestros seres queridos, dadles confianza mientras les cantamos y velamos su sueño, debe ser un acto de amor; no sólo entre padres e hijos, sino entre los propios padres también. Crecemos y olvidamos esas nanas y esos villancicos que constituyen una maravillosa tradición oral que ha funcionado a lo largo de los siglos. Nuestros gustos musicales van por otros ritmos y olvidamos que el secreto contra el insomnio esta en la voz y en las manos que acunan.
CANCIÓN PARA DORMIR
Ya se duerme el niño...
Bajo su ventana
dos pícaros grillos
cantan una nana.
A la linda nana
ya se está durmiendo...
que ruede la luna
que lo haga en silencio.
A la linda nana
de ojitos cerrados,
el sueño más lindo
se arropó a su lado.
A la linda nana
que ya se durmió,
la última estrella
recién se prendió.
EDITH MABEL RUSSO