domingo, 5 de julio de 2009

- NO QUIERO SER JOVEN


Comienzo a estar hasta los higadillos de que me quieran tunear de joven. Hay quien no entiende que no lo quiero ser por que es imposible. Asumo mi deterioro físico y lo considero como el peaje que hay que pagar por vivir.

Es frecuente oír que con 34 años se es joven o que con 70 la juventud se lleva dentro. Parece que no serlo es una carestía. Pues bien, yo me siento adulto desde los 23 años, en los que me casé y firmé mi hipoteca. Tomé decisiones responsables y maduras para tener a mi hija y he regido mis actos desde una posición de cordura.

He procurado saber dar razón de lo que he hecho y siempre procuré tener un proyecto de vida. Me he curtido en la batalla y he sido soldado de tropa. Los galones me los gané noblemente luchando como todo hijo de vecino.

No tengo edad para ser joven, ni gracia que me hace serlo. A muchos de ellos, a pesar de ser ya talluditos, les veo con comportamientos adolescentes y me pregunto por qué no se hacen dueños de su vida y actúan en consecuencia.

La juventud es un periodo transitorio de los que algunos no se quieren apear jamás. La vida es un reto que hay que afrontar cada día y para ello hacen falta decisiones comprometidas y autónomas, que han de ser afrontadas por uno mismo. La soledad es el gran compañero del adulto y al mismo tiempo su mayor desafío. Saber estar sólo y actuar en consecuencia comporta una madurez que se gana con el tiempo, tras muchos fracasos y noches de insomnio.

En fin, que son los jóvenes los que se tienen que dar prisa en ser adultos. Les va la vida y no merece que la malgasten en fuegos de artificio porque la batalla es con fuego real y deja heridas.

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