jueves, 23 de julio de 2009

- MARTINA


Martina con 16 años decidió irse durante el verano a estudiar Inglés a Irlanda. Pudo hacerlo con una agencia e ir acompañada con un monitor. Optó por ir sola en un vuelo barato de Ryanair y presentarse por su cuenta en la casa de la familia que la acogía. Allí coincidió con una belga y una sueca, preocupadas en salir por la noche y vivir la vida a su aire.
Martina pidió que se la subiera el nivel de las clases. Aprovechó para visitar los alrededores y realizó un viaje a Belfast. Sola visitó museos y catedrales y pidió a su familia que le enviaran por correo electrónico información de interés.
Llegar a la academia le suponía una hora de viaje y varios transbordos. Encontró buenas compañías, casi siempre 3 ó 4 años mayores que ella, con las cuales compartió clases y algún rato en la comida.
Hoy Martina ha llamado. Se siente sola. Necesita una voz amiga. Su madre ha corrido al Ciber para acompañarla y ser su consuelo. Desde la lejanía la ha puesto una mano sobre el hombro y la ha dicho: ¡vamos!,te acompaño. Se está haciendo mayor y lo tendrá que afrontar como un aliado en su madurez, porque al fin y al cabo, ser adulto es saber estar sólo y tomar decisiones con responsabilidad.
En unos momentos en que los comportamientos adolescentes se prolongan hasta más allá de los 20 años y en que se llama joven a una pareja que contrae matrimonio con 34 años, Martina y tantos jóvenes de su edad, demuestran que existe una juventud madura y responsable digna de ocupar un puesto, que se merecen, en la opinión publica.
Mis respetos a tantos jóvenes que desde su discreción y anonimato nos hacen sentir orgullosos a quienes confiamos en ellos.
A ellos, que cogieron su vuelo barato en un viaje a lo desconocido, un profundo abrazo y que tengan suerte en la vida porque el trabajo ya se lo curran cada día.

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